Son las 3 de la mañana y su vista se pierde a lo lejos por el marco de la ventana que apunta hacia la calle vacía, la soledad de ese momento contrasta con la tormenta desatada en su interior, las dudas, las certezas, los miedos y los conflictos que no dejan dormir.
Existe una sola idea en su mente, seguir estudiando, educarse, aprender, cumplir esa meta que se ha propuesto contra viento y marea, no darse por vencida porque los segundos avanzan, los minutos no dan descanso y las horas pasan como una corriente de agua que no se detiene. Por qué se siente feliz en CIES me pregunto yo si nadie conoce su dolor, si la sonrisa de su rostro oculta el padecimiento insoportable. Durante mucho tiempo todos los martes cumplía su cita a clases queriendo aprender algo nuevo con la voluntad de quién pelea una guerra ganando una batalla a la vez, las matemáticas, los lenguajes de programación y todas las materias que veía le abrían un horizonte de conocimiento deslumbrante.
Sus compañeros, los más íntimos, conocían el trasfondo de aquella situación y se convirtió en ejemplo para ellos, es increíble pensar que cada salón de CIES es una manada que se conoce, se cuida y se apoya, en aquellos salones nacen amistades y se entretejen vidas que se acompañan durante este corto camino de preparación y educación.
En el día de su grado sus ojos brillaban, la alegría contrastaba con sus problemas en casa, se extrañaba la compañía de su amado pero al fin y al cabo era el logro de tanto esfuerzo, tal como lo hacen muchos de nuestros estudiantes que construyen sus sueños paso a paso, sembrando en la tierra ciesista para recoger frutos de valor y dignidad.
Hace unos meses esa luz se apagó, la enfermedad agresiva acabó con esa vida, hasta el último momento CIES fue su segundo hogar, su sonrisa se recuerda, sus ganas de estudiar nos motivan y nos recuerda que el tiempo es corto, que la amistad existe y que las ganas de luchar nacen del corazón de las personas que no pierden la esperanza.
Cuantas historias tiene CIES para contar, en su gran mayoría son historias de esperanza por un mejor futuro, un futuro que se labra con las propias manos y no uno que se promete con palabras que se lleva el viento, cada historia es importante porque deja una enseñanza, porque deja huella en cada uno de nosotros y nos hace recordar la razón por la que existimos, construir un mejor país.
En memoria de Janeth, estudiante de Sistemas CIES.
Franky Carrillo
Coordinador de Sistemas y Diseño Gráfico